Por Redacción Blink EdTech
En los últimos años, la comunidad educativa asiste un debate, unas veces más intenso, otras menos, entre los denominados pedagogos y antipedagogos. Los primeros hablan de la necesidad de evolucionar hacia un modelo educativo modernizado; los segundos, de la importancia de aprender “de memoria”.
Los pedagogos defienden que el sistema educativo tradicional, basado en un modelo de <clase magistral>, deberes y memorización, no se adecúa a los tiempos en los que vivimos, que no da respuesta a las habilidades y aprendizaje de las que podríamos denominar como generaciones digitales. En consecuencia, pese a señalar la importancia del conocimiento, priman la necesidad de guiar al alumnado en el uso de las nuevas herramientas tecnológicas, de enseñarles a buscar, recopilar e interpretar fuentes e información.
Los pedagogos defienden que el sistema educativo tradicional no se adecúa a las habilidades y aprendizaje de las nuevas generaciones
Los estudiantes deben aprender a poner orden en la entropía de la red, asumir una responsabilidad activa en su aprendizaje y generar conocimiento por sí mismos y para sí mismos. Los pedagogos entienden que los nativos digitales aprenden diferente y, por lo tanto, la educación debe ser diferente.
Los antipedagogos, por su parte, rechazan la relativización de la memorización y los deberes y apuestan por el esfuerzo, el mérito, la evaluación o la exigencia, por un modelo más tradicional.
En la emisión de ‘Malditos deberes’, (Cuatro – Cintora a pie de calle) dos profesores escenificaron la distancia entre ambas posturas. Alberto Royo, autor de Contra la nueva educación (Plataforma, 2016), se muestra crítico con una nueva educación que, entiende, antepone lo lúdico sobre esfuerzo. En el lado contrario encontramos a César Bona, autor de La nueva educación (Plaza y Jardines, 2015) y contrario a un “sistema memorístico” que se muestra ineficaz debido, entre otros factores, a planes de estudios demasiado largos.
Los antipedagogos defienden el valor del mérito, la memorización y la evaluación
Royo habla de esfuerzo, mérito y exigencia. Bona, de creatividad, emoción y curiosidad. Conceptos que no parecen antagónicos. En todo debate existen posturas intermedias, como la defendida por José Antonio Marina, filósofo y pedagogo partidario de la pedagogía, pero contrario a una “mala pedagogía” que, entiende, ha confrontado “calidad e igualdad, contenidos y procedimientos, diferenciación y comprensividad”.
Marina, como Royo, rechaza la innovación por la innovación, y señala que toda novedad en el aula debe aportar algo nuevo a la educación, ayudar a que los alumnos aprendan. De lo contario, caemos en lo que denomina como “epidemia de ‘innovacioncitis’.
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