Por Gonzalo Baranda, CEO de Blinklearning
Tuve la oportunidad de visitar recientemente varios colegios en Malawi. Volví con la convicción de que la educación es el único motor capaz de mejorar el futuro de un país, sea cual sea su situación.
Lo interesante, de todas formas, no es lo que yo piense sino lo que piensan miles de padres que hacen verdaderos sacrificios para poder enviar a sus hijos a la escuela.
En Malawi los problemas son muy diferentes a los de España y sus datos son poco esperanzadores: es uno de los países menos recomendables para la inversión según el Banco Mundial (164 de 189), el 10% de la población adulta está infectada por el virus del Sida , carece de recursos naturales, la falta de salida al mar no le permite desarrollar un comercio más allá de sus países vecinos, sufre de problemas endémicos como la corrupción y tampoco resulta un mercado muy atractivo tanto por su tamaño (población total de Malawi es de 17.000.000) como por su poca capacidad adquisitiva. Todas estas variables no hacen que uno pueda ser muy optimista sobre el futuro del país.
Sida, escasez de recursos naturales, corrupción o excesiva depenencia de la agricultura son algunos de los principales problemas del país.
Si hablamos de educación hay una falta absoluta de profesores cualificados (los exámenes oficiales son en inglés pero muchos profesores no son capaces de hablarlo lo que impide que los alumnos puedan avanzar en la Secundaria y eventualmente a la Universidad), de infraestructura (la falta de capacidad de las aulas hace que en el mejor de los casos muchas clases se impartan debajo de los árboles o simplemente los estudiantes no puedan acudir al colegio cuando empieza la temporada de lluvias) o de medios materiales (el ratio que pude estimar es de 1 libro por cada 8 alumno en los colegios públicos). Además existe una gran masificación en los colegios públicos (el ratio aproximado es de más de 100 alumnos por cada profesor).
Sin embargo pese a tener necesidades más básicas como son la hambruna en los años de sequía (como es por desgracia el caso este año), la desnutrición o enfermedades como el Sida que han dejado el país tremendamente devastado, los padres dan una gran importancia a la educación de sus hijos. ¿Por qué padres que no han tenido una educación, ni oportunidades ni en muchos casos conocimiento alguno del mundo más allá de la distancia que pueden recorrer andando (en las zonas rurales es aún extraño encontrar televisiones por la falta de electricidad) dan intuitivamente tanta importancia a la educación? ¿Es verdad que solo se aprecia lo que se conoce?
¿Por qué padres que no han tenido una educación, ni oportunidades más allá de su aldea, dan intuitivamente tanta importancia a la educación?
Tras hablar con numerosas personas allí la mayoría (probablemente con altas dosis de realismo) no son demasiado optimistas en una mejorara generalizada de la situación del país pero si en el impacto individual que la educación puede tener en un número importante de personas y que ese impacto agregado si puede influir en beneficio del país.
Desde Blink hemos decidido aportar un porcentaje de nuestro beneficio a proyectos de educación, no por un acto de caridad, sino porque creemos que es nuestra obligación. Hemos tenido la suerte sin ningún mérito propio de acceder a un nivel de educación y unas oportunidades que la mayor parte del mundo no tiene.
Somos conscientes del impacto limitado que nuestra aportación puede tener, pero sí creemos en el impacto personal de la educación. Con este objetivo en mente nuestra primera aportación ha sido financiar la construcción de un colegio en Benga (Malawi), una aportación que, no lo voy a negar, también nos hace sentir «egoístamente» orgullosos de nuestra pequeña ayuda.
Galería de imágenes de la escuela en Malawi:
Gonzalo Baranda,
CEO de Blinklearning
Foto: Brian Ohiambo, todos los derechos reservados
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