Siempre se puede. Con este mantra encara María Cristina Gómez su labor como docente, una tarea que, tras años de estudio e investigación, la ha llevado a poner en marcha un proyecto de innovación y aprendizaje servicio en contextos desfavorables en el que la tecnología se ha convertido en su mejor aliada.
Su empuje y determinación, desde una concepción de la enseñanza como una potente herramienta en la formación de jóvenes autónomos en la búsqueda del conocimiento, son dos de las señas de identidad de una docente que habla sin tapujos sobre las carencias y fisuras del escenario educativo al otro lado del charco.
Su propuesta pasa por la creación de alianzas que permitan el desarrollo de una RED de educadores innovadores que, con la complicidad de compañeros, alumnos y entidades así como el desarrollo de programas adaptados a cada escenario, propicie la ruptura del determinismo que, como ella misma asegura “subestima a los jóvenes de los sectores menos favorecidos”.
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Escuchamos constantemente cómo las nuevas tecnologías tienen un peso cada vez mayor en la escuela, pero ¿son una herramienta que discrimina a los estudiantes o una oportunidad para la innovación en el aula en contextos desfavorecidos?
Creo que son una oportunidad, sin duda. Aportan un plus de interés y novedad en los alumnos y así damos nosotros el primer paso hacia ellos, hacia sus intereses. Después serán el instrumento, el vehículo del aprendizaje que sabemos deben incorporar.
Una zona degradada, falta de recursos, alumnos desmotivados… El punto de partida del proyecto no era demasiado alentador. ¿Fue esa tu principal motivación para ponerlo en marcha?
Justamente la falta de recursos, fue el motor. Nuestros alumnos difícilmente tienen libros, ya habíamos intentado muchas estrategias, fotocopias, campañas solidarias de donación de libros, apuntes producidos por la escuela, la biblioteca… Y teníamos muchos problemas con los celulares. Eso me hizo reflexionar. A pesar de la pobreza, el celular no faltaba, entonces decidí usarlo constructivamente. Si mis contenidos estaban en la web, ellos podrían acceder desde sus aparatos y solucionábamos dos problemas.
Tu experiencia se basa, fundamentalmente, en hacer de la tecnología un elemento vertebrador de Programas Educativos de Alto Rendimiento que mejoren las capacidades de los alumnos en la búsqueda de conocimiento. ¿Cómo se materializa esto en las clases?
Un programa educativo de alto rendimiento es un motor para trabajar de otra manera con los chicos. Mi experiencia surge del modelo de Naciones Unidas, una simulación de varios órganos de la ONU, que tiene dos principales ejes de trabajo: los temas de agenda de cada año (reales) y la propia dinámica de debates parlamentarios, negociación etc., más el protocolo, pues los chicos son durante varios días delegados o embajadores de un país que les toca al azar.
Este programa es lo que hoy llamaríamos un “trabajo por proyectos” pues cada año los temas varían y necesariamente hay que interactuar con los profes especialistas para poder elaborar los documentos, propuestas, etc. Es complejo y apasionante.
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Aquí es cuando la investigación y la tecnología se unen en pos de un objetivo. Cuando un grupo de chicos abraza este programa, mejora significativamente en el rendimiento escolar. Tiene muchas facetas, que sería largo de contar, pero básicamente podemos destacar que adquieren autonomía, espíritu de equipo y su deseo de saber los hace estar todo el día pendientes de encontrar “la información” que los ponga por delante.
La faceta lúdica de los programas, el estímulo de la competencia, el compartir con otros adolescentes y la necesidad de producir algo de mucha calidad para ese programa son las características esenciales del éxito de los mismos y la tecnología es la pieza clave para poder participar en cualquiera de ellos.
Las clases se transforman totalmente, y trascienden las paredes del aula. El feedback es permanente, y los profes somos mentores de esos equipos, el aprendizaje lo hacen ellos.
Y los estudiantes ¿son conscientes del potencial de las nuevas tecnologías para su educación más allá de redes sociales o WathsApp?
Al principio no. Enseguida de dan cuenta de que les faltan herramientas y ahí es el punto en el que nosotros intervenimos para que se pongan al día con lo que no manejan. Es muy notable ver cómo descubrimos talentos ocultos de muchos de nuestros estudiantes, y ellos vocaciones.
Muchas veces me preguntan “¿Y usted, cómo sabe hacer eso, dónde aprendió?” pues que la profe de historia les pueda enseñar cuestiones de informática o tecnología, o sea “bloguera”, es muy infrecuente en el mundo de la docencia, al menos en Argentina.
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Más allá del contexto, ¿cuáles son las barreras principales a las que has tenido que hacer frente para llevarlo a la práctica?
Las principales barreras son del sistema y mentales. La mayoría piensa que los alumnos de estos segmentos no pueden responder a este tipo de programas de alto rendimiento. Entonces no se los ofrecen, los subestiman.
Otro factor es institucional, los directivos no estimulan este tipo de programas porque son disruptivos de las rutinas escolares, llevan tiempo y trabajo extra que nadie paga, y los obliga a lidiar con la administración central en muchas cuestiones burocráticas.
También la ignorancia, y el prejuicio, creen que el contacto con chicos de segmentos socioeconómicos más desfavorecidos, los pondrá en desventaja y será frustrante para ellos. Un gran error sin duda.
Desde lo material, la falta de conectividad. Los alumnos y yo utilizamos nuestras propias cuentas de datos de los celulares para poder trabajar, pues la escuela tiene un servicio de internet muy deficiente, y además no permite que los profesores y alumnos accedamos al mismo. Algo totalmente impensable en esta época.
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¿Cuál dirías que ha sido el papel que ha desempeñado el uso de las tecnologías para salvar esas dificultades?
El papel principal ha sido el de la democratización del acceso a los recursos. Fíjate que aunque les falte de comer, el celular no falta, y eso debe ser un factor que usemos en su beneficio, poniendo en sus móviles los contenidos que necesitan para estudiar, saltando la barrera de “no tengo libro, no puedo ”.
También aportan el factor de la novedad, la motivación y eso ha permitido que aunque no tengamos conectividad en la escuela, trabajemos igual, con nuestros móviles. Lo “prohibido” se transformó en herramienta de trabajo.
Parece claro que la innovación tecnológica tiene beneficios en los procesos de aprendizaje. ¿Dirías que ocurre lo mismo con las tendencias educativas o estilos de enseñanza tales como la gamificación, el flipped classroom o similares?
Todo suma y permite que lleguemos a todos los públicos. Parece que fueran nuevas tendencias, pero los recursos solo se van adaptando a la época. Cuando yo era niña se hablaba de “aprender jugando”, y aunque no tuviésemos computadoras, las maestras inventaban crucigramas, y muchos otros juegos que servían al mismo propósito, despertar interés, motivación, o simplemente desarrollar un vínculo que despertara la curiosidad o el interés del niño. Hace unos años jugaba con los alumnos al Preguntados, y era muy divertido, dejar unos minutos al final de la clase y jugar en el equipo de alguno de ellos.
Yo hago flipped classroom con mi página web y es ¡fantástico! La clase se dinamiza y podemos abordar el conocimiento a partir de algo que todos hemos visto o leído antes, y también es muy gratificante cuando podemos subir a la página el trabajo de los alumnos. Ellos se sienten muy reconocidos y lo trasmiten en sus casas. Algo que no sucede con las clases tradicionales.
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¿Hacia dónde se dirige el proyecto? ¿Tienes en mente nuevas iniciativas que transformen el panorama educativo en contextos desfavorecidos?
El proyecto está en permanente evolución. La página web sigue sumando contenidos y materiales y desarrollando esta estrategia de flipped classroom entre los alumnos.
Pero también estamos trabajando para constituir una Red de Educadores innovadores, reuniendo todas las experiencias de colegas que también trabajan con éxito en contextos desfavorecidos. La investigación es clave, y es en lo que trabajo actualmente, podemos difundir buenas prácticas, pero hace falta sistematizarlas y poder ofrecer un abanico de posibilidades a otros docentes para que se animen a innovar y a encontrar el tipo de proyecto que mejor se adapte a su población objetivo.
El panorama educativo tiene puntos en común pero también diferencias a uno y otro lado del charco. ¿Hay que apostar por alianzas que no entiendan de fronteras?
Diez años en España, con hijos que pasaron por aulas de ESO y Bachillerato, son un excelente insumo para la experiencia. La verdad es que a ambos lados del charco tenemos los mismos problemas de fondo, aunque con mejor escenografía y mejores recursos económicos del lado europeo, nada más. La desmotivación y baja calidad de los aprendizajes son similares, y las pruebas PISA, lo muestran claramente. Creo que tenemos que apostar por esas alianzas y generar más intercambios.
Nosotros tenemos más experiencia y libertad en el sistema para implementar programas educativos innovadores, es un rasgo cultural y resultado de nuestra historia educativa. Pero en España se han desarrollado recursos didácticos maravillosos que la tecnología nos permite compartir. Y la faceta de vulnerabilidad es diferente, tal vez esté más asociada al aluvión migratorio multiétnico de los últimos veinte años, pero igual se evidencia en la escuela, y los profes tienen ese desafío permanentemente.
¿Qué mensaje lanzarías a la comunidad educativa vistos los resultados de la experiencia?
Primero les diría a los profesores que se animen a innovar y le pierdan el miedo a la tecnología. Si les cuesta pues que pidan ayuda, para eso estamos nosotros, los que vamos abriendo camino, con gusto los ayudaremos.
También que no caigan en la pedagogía de la lástima, y expongan a sus alumnos de contextos desfavorecidos a programas de alto rendimiento, no deben subestimarlos, pues la experiencia muestra cómo mejoran sus trayectorias escolares y cómo casi todos logran ir a la universidad. Existen programas de becas de diversas entidades que apoyan los estudios de estudiantes sobresalientes con dificultades socioeconómicas. Yo misma colaboro con algunas de ellas, el talento está sentado frente a nosotros, debemos darles la oportunidad de mostrarse.
Cada uno de nuestros chicos tiene al menos un área de interés que debemos poder detectar y desarrollar, para que todos los demás aprendizajes puedan tener lugar. Y tal vez no sea mi materia, pero puede ser la de mi compañero, y si lo descubrimos podemos elegir juntos un programa o proyecto, donde se puedan expresar todos esos aprendizajes. Es una aventura maravillosa y emocionante también para nosotros, que pone a prueba no solo nuestros saberes, sino esa actitud conformista de enseñar siempre de la misma manera, los mismos contenidos.
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