A pesar de ser una de las profesiones más relevantes en toda sociedad, la docencia se ve sometida a muchos mitos. Sin embargo, son muchas las evidencias que los desmontan.
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6. La jornada del docente termina cuando se van a casa los alumnos
Aunque bastaría con pensar un par de minutos para entender que no podría ser así, todavía mucha gente asocia el horario de los alumnos con el del profesor.
El tiempo dedicado a estudiar, a preparar a las lecciones o a corregir exámenes, ya sin hablar de las actividades extracurriculares, reuniones de claustro, viajes de estudio y una disponibilidad inusual en otras profesiones para atender a dudas y consultas fuera de horas, queda muchas veces olvidado por quien opina.
Más allá de los maestros, muchos otros factores influyen en el desempeño académico del alumnado, incluyendo la inversión pública por estudiante, los recursos técnicos y humanos disponibles.
7. Los maestros se cogen todo el verano de vacaciones como sus alumnos
El hecho de que el curso lectivo termine a finales de junio y se reanude a mediados o finales de septiembre lleva a que muchos piensen que los colegios cierran sus puertas en este período o que el profesorado no tiene que acudir al trabajo. Aunque las condiciones específicas dependen de cada Comunidad Autónoma, los docentes del sector público no suelen tener más vacaciones que cualquier otro funcionario. Fuera del período lectivo hay reuniones de claustro y grupos de trabajo que también son responsabilidad laboral de los maestros.
8. El desempeño académico de los alumnos depende exclusivamente del profesor
En los últimos años nos hemos acostumbrado a dedicar especial atención a los informes PISA, las evaluaciones estándar y los rankings de colegios. Aunque parezca práctico hacerlo, las calificaciones de los alumnos por sí solas, ni siempre son el mejor indicador de la realidad de un entorno educativo específico, ni mucho menos de la competencia de un claustro.
Más allá de los maestros, muchos otros factores influyen en el desempeño académico del alumnado, incluyendo la inversión pública por estudiante, los recursos técnicos y humanos disponibles, la cantidad de alumnos por clase, la situación socioeconómica de las familias, la relación de los colegios con sus correspondientes entornos geográficos, sociales e industriales, etc.
Colocar la responsabilidad de los resultados académicos de los estudiantes solamente sobre los profesores es una conclusión perezosa y contraproducente para solucionar las debilidades del sistema.
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9. Los docentes siempre se oponen al cambio en la Educación
Es un argumento utilizado con frecuencia por la clase política, gobernantes y responsables de la sociedad civil involucrados en la educación: cualquier intento de cambio o reforma es obstaculizado por la clase docente.
Los profesores suelen protestar por la frecuencia de las reformas, su inadecuación o inoportunidad, y la poca importancia dada a sus aportaciones para solucionar determinado problema. Sin embargo, esa protesta no significa necesariamente una resistencia al cambio pero a la forma como se decide implementarlo.
Las calificaciones de los alumnos por sí solas, ni siempre son el mejor indicador de la realidad de un entorno educativo específico, ni mucho menos de la competencia de un claustro.
De hecho, el cambio en las aulas no solo es aceptado por los docentes, sino que, en mucho casos, es impulsado por ellos mismos. La integración de nuevas tecnologías (como la Internet, las tabletas o los móviles), la adopción de nuevas metodologías educativas (como el Flipped Classroom, el Aprendizaje Basado en Proyectos o la Gamificación), o la flexibilidad con respecto a los requisitos de evaluación así lo demuestran.
10. Los maestros de antiguamente sí que eran buenos
Es la variante educativa del «Ah, en mi tiempo…». A los ojos de mucha gente, especialmente gente mayor, la Educación ha sufrido una erosión respecto a su infancia (algo tan inmemorial como inevitable generación tras generación). Además, consideran que los profesores actuales ya nada tienen que ver con los suyos, los de antiguamente. Aquellos que, según su criterio, se hacían respetar y tenían un conocimiento superior del universo. Los que imponían la disciplina correctamente y, así, forjaban carácter.
Sin embargo, y por definición, cada nueva generación de docentes está técnica y pedagógicamente mucho más preparada que la anterior. A la experiencia del intento y error se juntó un número creciente de docentes y expertos reflexionando sobre los temas educativos y el resultado es una Educación mucho más profesional, exigente y rigurosa que en cualquier otro período de la civilización moderna.
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