Con la llegada de las tecnologías de la información y comunicación a los colegios, han surgido tanto nuevas metodologías de enseñanza como nuevas versiones de metodologías ya existentes, ahora revisadas para las generaciones digitales. El aprendizaje basado en proyectos (ABP), que hoy repasamos, es una de ellas.

En su esencia, el ABP permite a los alumnos adquirir conocimientos y competencias clave a través de la elaboración de proyectos que dan respuesta a problemas de la vida real.

El objetivo es el de potenciar su autonomía y convertirle en protagonista de su propio proceso de aprendizaje. Cada grupo de alumnos debe planificar, estructurar, ejecutar y presentar el producto que debe dar respuesta a la pregunta guía elegida (ver infografía abajo). Por su parte, el docente tiene la responsabilidad de orientar y apoyar al alumnado a lo largo de todo el proyecto.

De acuerdo con el Instituto de Tecnologías Educativas y Formación del Profesorado (INTEF) del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, en su guía de Cursos de Formación del Profesorado en RED:


«La enseñanza basada en proyectos o tareas integradas, supone hoy la mejor garantía didáctica para una contribución eficaz al desarrollo de las competencias clave y al aprendizaje de los contenidos del currículo».


Una generación más preparada para el mundo real

Se trata efectivamente de una metodología que se encuentra en expansión en los colegios y que presenta importantes beneficios para alumnos y profesores.

Partiendo de un problema concreto y real, en lugar del modelo teórico y abstracto tradicional, parecen evidentes las mejoras en la capacidad de retener conocimiento por parte del alumnado, así como la oportunidad de desarrollar competencias complejas como el pensamiento crítico, la comunicación, la colaboración o la resolución de problemas.

Son estas algunas de las aptitudes denominadas por los expertos como «Competencias del siglo XXI», las cuáles parecen importantes para garantizar una carrera -académica o profesional- exitosa.

Un artículo publicado en 2007 en Edutopia.org llamaba la atención sobre la necesidad de cambiar paradigmas, y destacaba al ABP como una de las grandes tendencias de futuro de la educación digital.


«El antiguo modelo de aprender hechos de forma pasiva y luego recitarlos fuera de contexto ya no es suficiente para preparar a los alumnos en el mundo de hoy», se puede leer. «Solucionar problemas complejos supone competencias fundamentales (lectura, escritura, matemática) junto con competencias del siglo XXI (trabajo en equipo, gestión de tiempo, uso de herramientas digitales)».


Casi 10 años después, el aprendizaje basado en proyectos no se ha desarrollado con la fuerza que se pensaba. En este como en otros casos de metodologías innovadoras, hubo importantes desafíos en su implementación – a nivel tecnológico (en aquél momento pocos eran los centros con la infraestructura necesaria para hacerlo de forma adecuada) y también a nivel de la formación del profesorado.

En España, se empieza ahora a apostar de forma más decidida por estos modelos, en parte porque los colegios están más preparados para poner en marcha proyectos de este tipo.

El puente con el Design Thinking (Pensamiento de Diseño)

En Edutopia.org se trataba de nuevo este tema a través de artículo firmado por Beth Holland, docente e investigadora educativa. Tras hablar con otros docentes, esta profesora concluyó que en los proyectos de innovación implementados en colegios faltaban con frecuencia elementos fundamentales.

Si, por un lado, los centros eran exitosos en desarrollar un entorno y una infraestructura, por otro tenían algunas dificultades en producir cambios de comportamientos y  creencias de profesores, directivos y alumnos. En otras palabras, los profesores no tenían directrices claras sobre cómo aplicar el aprendizaje basado en proyectos al currículo existente, y los alumnos tampoco se sentían motivados para hacerlo.

En este marco es donde el Design Thinking (metodología que centra su eficacia en entender y dar solución a las necesidades reales de los usuarios) puede hacer de puente entre el ABP y las partes interesadas.


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En este vídeo, Dan Meyer explica como se puede aplicar el ABP a las matemáticas.


En su versión más sencilla, habría que empezar por tratar la empatía.  Es decir, preguntar a los alumnos qué es lo que consideran importante y provoca su curiosidad, cómo prefieren enfocarlo y qué herramientas y plataformas preferirían utilizar. Con esa información, sería posible definir un modelo que encaje en los objetivos curriculares, se planificaría la ejecución y, finalmente, se probaría en clase.

Esta dinámica con los alumnos supone que la innovación en clase depende no solo de estudiantes capaces de solucionar problemas, sino de generar nuevas incógnitas que tendrán que solucionar durante el proceso. En lugar de forzar la adaptación de los alumnos a los currículos, se intenta con esta técnica hacer lo inverso.

Se tardará aún algún tiempo hasta que se puedan obtener conclusiones, pero las primeras indicaciones son prometedoras.


Un ejemplo de cómo establecer conexiones reales y tangibles al Aprendizaje Basado en Proyectos.