Por Miguel García, colaborador de BlinkEdTech. El pasado 3 de octubre el INE (Instituto Nacional de Estadística) revelaba en su Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de Información y Comunicación en los Hogares unos datos que muchos intuíamos pero que se convierten en realidad objetiva: las nuevas generaciones han nacido con la tecnología bajo el brazo y ya es imposible excluirla de su día a día. Prueba de ello es que nada menos que el 50% de los niños españoles de tan sólo 11 años ya tiene un móvil.

La cifra va en aumento a medida que lo hace la edad de los pequeños: el 72% de los niños de 12 años, el 86% de los de 13 o el 93% de los de 14 cuentan ya con un smartphone o similar a su disposición.

Estos datos resultan algo menos llamativos si los contextualizamos en el marco del resto de la encuesta del INE. Y es que más del 80% de los hogares españoles ya tienen acceso a Internet, siendo el móvil el principal medio por el que nos conectamos, por encima de portátiles, ordenadores, tabletas, etc. Lo que parece claro es que la edad en la que comienzan a utilizarse estos dispositivos es cada vez más baja. Por ejemplo, del estudio también se desprende que un 25% de los niños de 10 años ya cuentan con un móvil.

Un aliado, no un enemigo

Para muchos ciudadanos estas encuestas se interpretan en clave catastrofista: se habla de la desnaturalización de la infancia y de una fuente de problemas o de distracción que debe evitarse, al menos en cierta medida y a ciertas edades, para el desarrollo óptimo del niño. Sin embargo, un buen uso de las nuevas tecnologías también puede convertirse en un apoyo sustantivo en la educación de nuestros hijos. Como en casi todo, las herramientas que la evolución pone en nuestras manos pueden utilizarse para mejorar nuestras vidas o para perjudicarnos: es cuestión de uso, señalan los expertos, más que de una bondad o maldad absolutas del propio instrumento.

El 72% de los niños de 12 años, el 86% de los de 13 o el 93% de los de 14 cuentan ya con un smartphone o similar a su disposición

Y como en cualquier ámbito de la relación con los niños, lo importante es la comunicación. Los docentes que apuestan por la introducción de los móviles en el aula apuntan hacia un sistema en el que los pequeños entiendan y acepten la tecnología, y en este caso el móvil, como una herramienta con una utilidad muy amplia, pero cuyo uso debe ser limitado y combinado con otras actividades o uso del tiempo.

Establecer ciertas normas, configurar sistemas de control que nos permitan bloquear su acceso a determinadas páginas, o hablar abiertamente con ellos acerca de lo que consultan en Internet son algunas buenas ideas a la hora de educar a un niño en el correcto uso de las nuevas tecnologías. 

En la escuela

Ya hemos hablado en más de una ocasión sobre cómo pueden ayudarnos los smartphones en el aula. Estos nuevos dispositivos electrónicos de los que, como los datos arrojan, ya disponen la inmensa mayoría de los alumnos, pueden y deben convertirse en un apoyo del docente a la hora de hacer llegar al alumno los contenidos que resulten de interés, sobre todo teniendo en cuenta que su uso se encuentra tan interiorizado –o más- en la sociedad como el de muchas otras herramientas: ordenadores, material audiovisual… son nuevos instrumentos que ayudan a llegar al alumno de forma más directa y atractiva que, por ejemplo, el tradicional libro de texto.

La capacidad de búsqueda de información instantánea, las redes de comunicación y posibilidades de interactuación que nos permite, la evolución en los métodos para dar clase, las nuevas posibilidades educativas como presentaciones individualizadas, test y controles autónomos o el sinfín de aplicaciones que pueden ayudar al alumno a organizar sus actividades son solo algunas de las ventajas que estos teléfonos inteligentes nos ofrecen. 

¿Y tú, cómo introduces los smartphones en el aula? ¿Qué opinas sobre el fenómeno de que niños de 11 años ya tienen móvil? ¿Qué opinas sobre la generalización de su uso en edades cada vez más tempranas?