Hablamos con Nicolás Fernández Miranda, profesor de la Universidad Nacional de Jujuy (Argentina), experto en Neurociencia aplicada al aprendizaje y divulgador científico. A través de su Instagram (que ya tiene casi 700 mil seguidores), Nicolás da tips tanto a estudiantes como a docentes, con técnicas basadas en neurociencia centrándose especialmente en cómo optimizar la productividad y el aprendizaje.

Nicolás es contador y está finalizando un doctorado en administración de empresas. Se especializó en docencia para las ciencias económicas, y también, en neurociencia aplicada a la educación.

Nicolás cuenta que veía como sus alumnos de la Facultad de Ciencias Económicas estudiaban día y noche pero, luego a la hora de rendir, quedaban en blanco o no se veían esos esfuerzos reflejados. Desde su rol docente, decidió que además de ser la persona que enseñaba una asignatura, también iba a enseñar cómo estudiar. “En esa línea de pensamiento lo que quiero transmitir es que si la misma persona que te toma un examen te enseña cómo estudiar, eso te podría motivar más»

De esta manera, Nicolás comenzó con videos con consejos de memorización, las mejores técnicas de estudio, cómo ganar confianza en un examen, ser más productivos o cómo usar Chat GPT para estudiar mejor, entre otras temáticas.

Como novedad, esta semana acaba de salir su libro Hackea Tu Cerebro, una especie de guía práctica que traduce el complejo lenguaje de la neurociencia a aplicaciones prácticas y accesibles para cualquier persona. A través de investigaciones rigurosas y estudios de casos, el autor aborda cómo podemos hacer uso de nuestro cerebro de manera más efectiva para lograr nuestras metas personales y profesionales.

Tapa del libro «Hackea tu cerebro», que salió esta semana a la venta
Realinfluencers: El uso de la tecnología en el aula se ha vuelto cada vez más común. ¿Cómo crees que la integración de la tecnología puede mejorar la experiencia de aprendizaje y qué aspectos de la neurociencia respaldan estas mejoras?

Nicolás Fernández Miranda: El uso de la tecnología se volvió muy común en las aulas, tanto para bien como para mal. A mi me gusta utilizar la definición, que una vez me dio una amiga, del veneno, que tiene mucho que ver con lo que vamos a hablar. ¿De qué depende que algo sea un veneno o una medicina? De la dosis. Lo mismo pasa con la tecnología: puede ser un veneno que mate el aprendizaje en las aulas o una medicina que las potencie. 

Obviamente, la neurociencia aplicada al aprendizaje se encarga de ver cómo hacemos que esto sea una medicina facilitando algunos procesos que sabemos que tienen lugar en el aula como, por ejemplo, saber manejar el enfoque de los estudiantes. Por ejemplo: cuando en el aula todos nos distraemos, profesores y alumnos, con el teléfono celular, es una buena práctica ponerlo en blanco y negro. De esta manera, hacemos que libere menos dopamina el cerebro, por lo tanto, el celular se vuelve menos adictivo y hacemos que el alumno, en lugar de prestarle atención al celular, nos la preste a nosotros.

Hay un montón de cosas que se pueden hacer que combinan tecnología con neurociencia, como por ejemplo, la gamificación, que aumenta la motivación de los alumnos. Podemos hacer un videojuego que, ahora con las herramientas de inteligencia artificial se hace muy fácil, para enseñarle algo a los alumnos. 

O sin ir tan lejos, podemos usar herramientas muy básicas y conocidas como Kahoot!. La metodología sería, nosotros enseñamos algo y luego lo repasamos jugando. Por ejemplo: estoy enseñando cuáles son los 10 alimentos que aumentan la producción de BDNF (Brain Derived Neurotrophic Factor) en el cerebro. Los enseño y, antes de terminar la clase, podemos hacer un multiple choice. Los alumnos van respondiendo preguntas y se premia al que respondió mejor. Se pueden hacer un montón de cosas. 

Pero también puede haber un mal uso de la tecnología que es, por ejemplo, un profesor que lee filminas para dar la clase o no permitir que los alumnos utilicen el celular en la universidad para responder preguntas porque en la vida profesional lo van a tener que usar.

Podríamos dar muchos ejemplos de que está bien y que está mal, pero la cuestión es que es una herramienta que si o si hay que utilizar. No es un enemigo para absolutamente nada. Pero como cualquier herramienta sirve si la sabemos utilizar.

Uno de los principios de la neurociencia aplicada al aprendizaje es que el cerebro aprende cuando considera que lo que está aprendiendo es relevante, sirve para algo. 

R: El Big Data y la IA están ganando terreno como una herramienta para personalizar el aprendizaje. ¿Cómo puede la neurociencia aprovechar estas herramientas para mejorar la calidad de la enseñanza y el rendimiento estudiantil? 

NFM: De un montón de formas, pero concentrémonos en una puntual. La inteligencia artificial que va de la mano del Big Data, democratiza el acceso a la información. ¿Por qué? Supongamos que yo estoy estudiando economía y quiero aprender cuales son los factores que condicionan a la demanda de un bien. En Economía, la gran mayoría de los libros son anglosajones, escritos por escritores de Estados Unidos, con ejemplos de Estados Unidos. Y ponen ejemplos que yo no conozco, que no son de mi día a día.

Una buena forma es preguntarle a la IA: “Quiero aprender el tema factores que condicionan a la demanda de un bien, pero soy un argentino de tantos años”. 

Y nos va a poner ejemplos muy cercanos a nuestra realidad. Como por ejemplo, en lugar de decir que compramos algo en una tienda de Estados Unidos, te compraste algo en una parrilla argentina o en lugar de tomar un refresco, tomaste un fernet con coca-cola (Nota de la redacción: aperitivo muy común en Argentina). 

Esto hace que nosotros a través del uso del Big data o learning analytics, podamos identificar estilos de aprendizaje. Hay alumnos que se motivan más cuando escuchan cosas , otros cuando ven cosas, otros cuando se mueven, son los tres famosos estilos de aprendizaje y puede diseñar propuestas para eso.

Ahora me paro desde el lado del profesor: tengo un grupo de alumnos que sé que es muy inquieto. Le pregunto a Chat GPT: quiero enseñar, por ejemplo, cuál es el efecto del precio máximo en un bien X pero tengo un grupo de alumnos que es muy inquieto y necesita moverse todo el tiempo. Chat GPT me va a dar una propuesta de enseñanza.

También, otra cosa que nos puede ayudar es charlar con Chat GPT. Supongamos que estoy estudiando como hacer un asado, y quiero leer algo más que sea solo el libro. Puedo subir el archivo del libro que explica como hacer el asado y decirle «si vos fueras profesor, ¿Qué me preguntarías?» e ir charlando con la inteligencia artificial. 

Uno de los principios de la neurociencia aplicada al aprendizaje es que el cerebro aprende cuando considera que lo que está aprendiendo es relevante, sirve para algo. 

 Si nosotros estudiamos algo viendo el mercado de Estados Unidos, en el cual no vivimos, para el cerebro no es tan relevante y tanto la enseñanza como el aprendizaje se hacen mucho más difíciles. En cambio, si hacemos que eso sea relevante, solo hacer eso, ya cambia un montón la concepción de lo que entendemos por aprender algo. Lo hace divertido, lo hace dinámico y sobre todo, y lo más importante, lo hace aplicable. De qué me sirve a mi estudiar algo como sucede en Estados Unidos si yo vivo en Argentina. La idea es poder bajar ese conocimiento a tierra.

R: ¿Puedes compartirnos algunas ideas clave de la neurociencia que los educadores deberían considerar al diseñar métodos de enseñanza más efectivos?

NFM: En los últimos años aprendimos realmente muchísimo sobre el cerebro. La curva de aprendizaje en los últimos 20 años fue realmente exponencial y, sobre todo y más importante, aprendimos que el aprendizaje es un proceso biológico que está regulado por el cuerpo humano.

Siempre pongo de ejemplo el deporte. Supongamos que yo nunca jamás en mi vida fui al gimnasio y me levanto un lunes a la mañana y digo «hoy quiero levantar en press de banca 400 kilos». No puedo. Por más ganas e intención que le ponga, no hay forma que yo pueda hacer eso.

Pero cuando hablamos de aprender algo, decimos «hoy le voy a enseñar a mis alumnos 10 teorías nuevas». De la misma forma que no podemos levantar 400 kilos, no podemos aprender de golpe un montón de cosas. Eso fue una de las primeras cosas que nos enseñó la neurociencia: el aprendizaje siempre toma tiempo.

Hay algo que se llama curva del aprendizaje y curva del olvido. Es uno de los primeros aprendizajes de la neurociencia aplicada al aprendizaje, que hizo Hermann Ebbinghaus por el 1800.

Supongamos que hoy les enseño a mis alumnos cuáles son los 10 impuestos que hay en Argentina. Mañana, probablemente, se hayan olvidado de 7. ¿Por qué sean malos estudiantes? Para nada. Esto es porque el cerebro tiene un olvido selectivo: dice que sirve y que no sirve. Cuando te vas a dormir borra ese aprendizaje que considera que no necesitabas.

Pero si uno repasa todos los días 15 o 20 minutos, a los 20 o 30 días ya no te vas a olvidar de 7 impuestos, sino que tal vez de uno solo. Esto se llama repetición espaciada. Las conexiones sinápticas se fortalecen en la medida que más las utilizamos. Es como cuando vas caminando por el pasto y dejas marcados tus piecitos. Pero si caminas muchísimo por ahí, marcas un sendero.

Cuando estudias algo, las neuronas se conectan. Pero cuando estudias mucho, con tiempo y, entre otras cosas, durmiendo bien, se hace un sendero.

Otra cosa muy importante que aprendimos es que el cerebro, no es que sea malo haciendo multitasking, es que no lo puede hacer. No podemos hacer a la misma vez, dos cosas que requieran procesos cognitivos. 

¿Puedo cruzar la calle mientras estoy comiendo chicle? Claro que puedo. Pero, ¿puedo concentrarme en una planilla de Excel y responder Whatsapp a la vez? No, no puedo. Y lo peor es que somos ignorantes, el cerebro no se da cuenta de esa falta de eficiencia. 

Hay un estudio muy interesante sobre el “task switching cost«. Si vos tenés una actividad, te concentras 100% en esa actividad. Si tenés dos actividades, ya tenés tres cosas en las cuales concentrarte: porque tenés la actividad 1, la actividad 2 y el tiempo que perdés entre la 1 y la 2. Y así va subiendo, cuando tenés más actividades. Estos estudios nos demuestran que somos muy ineficientes haciendo multitasking. Y no solo eso, sino que nos cansa un montón.

¿A quién no le pasó que llegue el final de día y dice «hoy no hice nada pero estoy destruido como si hubiera hecho un montón»? Muy probablemente ese haya sido un momento en el cual hayamos hecho multitasking. 

Porque el cerebro no sabe si concentrarse en una cosa o en otra y gasta un montón de energía y encima, -dato curioso- hacer multitasking engorda. Cuando desgastamos de tal manera el cerebro, necesita de dos cosas para funcionar: oxígeno y glucosa. Esto último es lo que nos da antojo de cosas dulces. El cerebro dice «dame glucosa rápido que la necesito para trabajar», y nos da por comer más dulce. También entendimos que después de comernos un alfajor, se produce un pico de glucosa en sangre que te pone muy manija (Nota de la redacción: tener ansiedad por algo) en un momento y después te da un bajón, etc. 

Por eso, entendimos que hacer multitasking es dañino para el cerebro, muy ineficiente para nosotros y es muy cansador.

Otra cosa que aprendimos de la neurociencia aplicada al aprendizaje es que cuando uno se pone nervioso el cuerpo lo demuestra. Este camino también es una ruta de doble mano. Si yo estoy nervioso antes de dar un examen y cambio mi postura corporal puedo hacer que esté mucho más tranquilo antes de rendir el examen, si solo cambio la postura. 

Hay una charla TED muy famosa de este tema de Amy Cuddy, que demuestra que hacer una pose de poder, por ejemplo la pose de Superman, por solo dos minutos, te cambia la química de tu cerebro.

Acá hay una frase que me gusta repetir mucho, «Esto no es motivación, es ciencia». Hay datos puros y duros que respaldan lo que estamos diciendo como que manejar tu postura corporal a la hora de tener un desafío, cambia la química de tu cerebro y te puede ayudar a lograr tus objetivos. 

Otro que no quería dejar de decir, es que hay una relación directa entre las emociones que tenemos y el aprendizaje.  Si yo estoy en una situación de extremo estrés, químicamente no voy a aprender, va a ser mucho más difícil. Es por eso que nosotros en el aula tenemos que hacer que sea un lugar divertido, lúdico, donde el alumno vaya a pasarla bien, y no a estresarse. 

De la misma manera aprendimos que si le decimos a un alumno «sos malo en algo», estoy generando algo que se llama «Fix mindset«. Es decir, que si yo le digo a alguien que es malo en algo, el cerebro se cablea para decir «ah, mira soy malo en algo» y va a buscar todas las señales que le confirmen que esa persona es mala en algo. Lo mismo funciona al revés, si yo te digo que sos bueno en algo, vas a buscar señales de que si lo sos. 

Hay un estudio muy interesante, en el cual se dividió una clase en dos. A uno básicamente, se les dijo que eran superdotados y a otro se les dijo que eran muy malos. Eran todos lo mismo. A los superdotados, les fue muy muy muy bien y a los que eran muy malos, les fue muy muy muy mal. 

Lo único que cambió en el grupo 1 y el grupo 2, es como los profesores identificaban a ese grupo de alumnos.

El cerebro, no es que sea malo haciendo multitasking, es que no lo puede hacer. No podemos hacer a la misma vez dos cosas que requieran procesos cognitivos. 

R: Los educadores a menudo se enfrentan a la tarea de preparar a los estudiantes para un futuro que está en constante evolución. ¿Cómo pueden aplicarse los principios de la neurociencia para fomentar la adaptabilidad, la resolución de problemas y el pensamiento crítico en los estudiantes, preparándolos para un mundo en constante cambio?

NFM: Puntualmente hablando de adaptabilidad, aprendimos que el cerebro puede adaptarse a cosas durante toda la vida. Antes pensábamos que teníamos que tener 18 años para poder aprender alguna habilidad y después cada vez era más difícil. Y, efectivamente, cada vez es más difícil pero si lo podés gestionar cada vez se puede hacer más fácil ¿ Cómo lo podríamos gestionar?

Resulta que esta capacidad de adaptarse, de cambiar, de aprender, se llama plasticidad neuronal y aprendimos que es una habilidad aprendible.

Cuando querés aprender cualquier habilidad, ya se algo técnico, física cuántica o un deporte, tenés que hacerlo durante períodos largos de tiempo, con descansos en el medio, tenés que dormir bien o, inclusive, tenés que hacer ejercicio en el medio. De esto no se habla casi nada. Hay algo que se llama factor BDNF que es lo que hace que la plasticidad neuronal suceda. ¿Cómo hacemos para potenciar el factor BDNF? Yendo al gimnasio, es una excelente forma de hacerlo.

Empezamos a ver un montón de cosas que no tienen que ver con el trabajo en el aula, o en la oficina sino más bien con que haces fuera de esos espacios para poder adaptarte bien.

Después, claramente no tenemos que enseñar cosas de memoria, sino primero enseñar cómo funciona la memoria, que cosas si deberíamos saber de memoria y porque. Para qué necesito saber eso o como puedo hacer eso automático, por ejemplo. 

No es lo mismo enseñar las capitales de un país y pedirles que se las sepan de memoria, lo cual prácticamente no tiene ningún valor agregado, a saberte de memoria las señales de tráfico. También podríamos enseñarle cómo funciona la memoria, para que aprender de memoria las señales de tráfico no sea un dolor de cabeza. 

Tenemos que enseñarles a pensar en profundidad. La neurociencia nos enseña que cuando aprendemos y cuando pensamos en profundidad en algo, lo hacemos mucho mejor. 

Si yo trato de enseñarle a un alumno como andar en bicicleta y le muestro toda la teoría, el alumno no va a tener mucha profundidad en el tema. Si le doy una bicicleta y le enseño a andar, con cierto acompañamiento, el alumno si lo va a hacer. 

Cuando queremos enseñar algo, no solo tenemos que mostrarlo en una filmina, sino que tenemos que hacer que el alumno se involucre y hacerlo relevante. Y también, hacer crítico el conocimiento. Cuando nosotros estamos impartiendo conocimiento, darle al alumno la posibilidad y las herramientas para que se cuestione y se pregunte «¿Lo que me estas diciendo, efectivamente es así?, ¿Tengo espacio para problematizar el problema? ¿Puedo estar en desacuerdo?.

La respuesta es un claro sí, se puede estar en desacuerdo. La cuestión es cómo le enseñamos al alumno que el pensamiento crítico es como ser un detective: hay que observar los detalles, hacer conexiones, conclusiones, y no solo repetir lo que nosotros le enseñamos.

Como muy bien dice la pregunta, el mundo en el cual nosotros estamos enseñando, no va a ser el mundo en el cual ellos ejerzan. 

(Con respecto a las habilidades socioemocionales). De nada sirve formar genios si esos genios no saben ser empáticos con la persona que tienen al lado.

R: ¿Qué consejo le darías a un educador, para mantenerse actualizado y preparado para los desafíos que plantea la educación actual?

NFM: Como yo vengo de la neurociencia, recomendaría estudiar eso. Hay una frase que me quedó grabada que es «cómo pretendemos enseñar si no sabemos cómo el cerebro aprende«. Es clave pero, sobre todo, diría que es fácil. El cambio de paradigma asusta pero es muy fácil. Hay que entender que no hay que volver a estudiar la carrera o cambiar todos los días o dejarse llevar puesto por la tecnología sino que es empezar de a poquito. Hay una frase que repito mucho que es «esforzarse un 1% más cada día». 

No digo que cambien absolutamente todo, porque todos los docentes tienen armado un programa y un cronograma de clases. Sino que es decir, ¿Cómo puedo hacer esta clase más interesante? o ¿Cómo voy a aplicar descansos activos para mis alumnos?, ¿Cómo voy a utilizar mis conocimientos sobre cómo funciona la memoria para que mis alumnos se acuerden de lo que quiero que se acuerden?

La neurociencia aplicada al aprendizaje nos viene a simplificar la vida. Por ejemplo, algo que nos enseña la neurociencia es que tenemos que dormir siete horas y media por noche para que el conocimiento se consolide y muchos procesos más.

Hay un montón de cosas, pero puntualmente, la formación en neurociencia, en psicología educativa es clave incorporar tecnología de aprendizaje adaptativo para hacer el aprendizaje mucho más inclusivo para todos.

También, es importante la participación en redes profesionales. Muchas cosas las aprendí relacionándome con expertos. 

Y, por último pero no menos importante, el desarrollo de habilidades socioemocionales. De nada sirve formar genios si esos genios no saben ser empáticos con la persona que tienen al lado.

Sobre Nicolás Fernández Miranda

Nicolás Fernández Miranda es un reconocido profesional que ha desarrollado una destacada carrera académica y profesional. Actualmente, se encuentra realizando su doctorado en Administración de Negocios y ha sido distinguido con una mención honorífica por obtener el mejor promedio en su carrera de Contador Público.

Además de su labor como profesor universitario en la Universidad Nacional de Jujuy, ha participado como orador en un evento TEDx y ha obtenido diplomas en Neurociencia para Educadores y en Docencia Universitaria.

Asimismo, se destaca por ser un reconocido coach ontológico y conferencista en diversos eventos nacionales e internacionales, como el XXI Congreso Argentino de Estudiantes de Ingeniería Industrial, el Congreso Argentino de Profesionales en Ciencias Económicas, y en Congresos de Profesionales en Educación.

Para saber más de Nicolás: https://nicofernandezmiranda.com.ar/