La programación es la alfabetización del siglo XXI. Posiblemente hayáis escuchado esta afirmación en más de una ocasión en los últimos años. Quizá sea cierta, quizá no, pero sí parece correcto afirmar que la tecnología tiene un potencial del que no todos sabemos obtener el máximo provecho.

La tecnología tiene más aplicaciones que las que somos conscientes. Pensemos en nuestros smartphones, todo lo que necesitamos lo tenemos en un aparato portátil del tamaño de nuestro bolsillo. Pero ¿sabemos de verdad todo lo que podemos hacer con nuestro teléfono? ¿Seríamos capaces de obtener de ellos más que lo que otros diseñan para nosotros? Sergio Figueroa escribe en su artículo Los niños que sí sabían programar (puedes consultarlo aquí) que los alumnos, desde la infancia, entienden la tecnología “como herramienta de consumo, pero no como herramienta de creación”.

La Agenda Digital Europea, que se integra dentro de la estrategia Europa 2000, incluye el fomento de la alfabetización, la capacitación y la inclusión digitales como uno de sus siete pilares y cada vez son más los centros que incluyen robótica y programación en sus planes educativos, ya sea integrándolos en una asignatura como contenido, como asignatura propia o en forma de talleres.

Uno de los argumentos más utilizados en defensa de la entrada de la programación en las escuelas desde edades tempranas es la necesidad de adecuar la formación de las generaciones más jóvenes a un futuro laboral que sabemos estará marcado por la tecnología, pero ante el que existe mucha incertidumbre. Esta defensa no significa, sin embargo, que debamos preparar a todos los niños para ser programadores o ingenieros.

Por qué aprender a programar

Como recoge Jeannette M. Wing en su artículo Computational Thinking–What and Why?, el Pensamiento Computacional es beneficioso para cualquier persona porque permite:

  • Entender qué aspectos de un problema pueden ser enmendados o modificados gracias a la computación.
  • Evaluar la posible combinación entre determinadas técnicas y herramientas de computación y un determinado problema.
  • Entender tanto el potencial como las limitaciones de las técnicas y herramientas computacionales.
  • Aplicar o adaptar técnicas o herramientas computacionales a nuevos usos, innovar.
  • Reconocer una oportunidad para utilizar la computación de nuevas maneras.
  • Aplicar estrategias de computación a cualquier campo.

Es necesario adecuar la educación a un futuro marcado por la tecnología.


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A estos 6 puntos, podemos añadir:

  • Potenciación de los pensamientos lógico y abstracto: contar con conocimientos de programación, aunque sean básicos, fortalece la capacidad para estructurar información, descomponer un problema complejo en piezas más pequeñas, analizarlas y buscar soluciones o implementar mejoras.
  • Autodidactismo y autonomía: el feedback inmediato que se recibe al programar y comprobar que el código no funciona impulsa la localización del error y la búsqueda de recursos que permitan encontrar soluciones. Esto, a su vez, potencia el trabajo en equipo, buscando ayuda en aquellos que sepan más que nosotros y ofreciendo la nuestra a quienes puedan necesitarla.
  • Creatividad e innovación: en los más jóvenes encontramos a una generación de creadores de contenidos, de storytellers o narradores de historias. La programación se configura como herramienta para la auto-expresión.

Más allá de preparar a los estudiantes para un futuro laboral lleno de interrogantes, de formar programadores e ingenieros, aprender a programar es aprender cómo funciona el pensamiento. Aprender a aplicar el pensamiento a la tecnología y la tecnología al pensamiento. En definitiva, comprender cómo funcionan las herramientas que utulizamos día a día y cómo podemos usarlas para nuestro beneficio.


Fotografía de portada propiedad de Stephen Chin (CC)

Fotografía en cuerpo propiedad de @picjumbo