Por Gonzalo Baranda, CEO de Blinklearning
El debate de tecnología sí o no en el aula quizá no sea el debate más idóneo, porque llegará como ha llegado a las oficinas o a nuestra vida personal.
La tecnología si es capaz de mejorar los resultados académicos, si es utilizada con criterio.
De los resultados del último Informe PISA se extraen muchas conclusiones, pero la que más ha calado en los medios ha sido la que afirma que una mayor inversión en tecnología no implica mejores resultados en las notas de los alumnos.
Más allá de las conclusiones del informe para España, el principal problema viene –según uno de los autores Franceso Avvisati– en una falta de criterio por parte de los alumnos a la hora de utilizar internet para fines educativos. Por tanto, ¿estamos ante un problema donde la tecnología no es positiva para el rendimiento de los alumnos, o por el contrario el problema viene porque los docentes no reciben la formación adecuada para explicar a los alumnos como sacar el mayor provecho a la tecnología?
En un estudio realizado entre usuarios de BlinkLearning pertenecientes a 340 centros escolares de toda España, los profesores señalaban la formación en nuevas tecnologías como su mayor necesidad a la hora de implantar un proyecto digital. Tenemos por tanto profesores que necesitan más formación en el uso de las nuevas tecnologías y alumnos con acceso a equipos tecnológicos pero que no saben cómo utilizar estas herramientas para su beneficio académico. El resultado por tanto que ofrece PISA no es nada sorprendente y la solución también lógica es dotar de una mayor formación al profesorado en el uso de las nuevas tecnologías así como educar a los alumnos en el uso responsable de ella.
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La tecnología se ha implantado en todos los aspectos de nuestra vida y en la Educación ofrece potentes herramientas para que los profesores puedan avanzar en una Educación más personalizada, pero será necesario pasar por un período de adaptación. Hoy no podríamos imaginar una vida sin el email o no tener teléfono móvil, pese a que en sus inicios también generó cambios. Por ello el debate de tecnología sí o no en el aula quizá no sea el debate más idóneo, porque llegará como ha llegado a las oficinas o a nuestra vida personal. El debate debe ser cómo formamos a los profesores para que la tecnología les ayude a enseñar mejor a sus alumnos.
Una tablet o un smartphone mal utilizados pueden ser una gran fuente de distracción: redes sociales, chats, juegos… Pero bien utilizado puede suponer que los alumnos puedan acceder a infinitas fuentes de información, es capaz de mejorar la comunicación con compañeros y docentes, permite que los profesores ahorrar trabajo en tareas rutinarias como la corrección de ejercicios e identificar posibles áreas de mejora de sus alumnos.
Esta reflexión del buen uso se confirma con otra de las conclusiones del estudio PISA, los alumnos con mejores resultados académicos utilizan internet de una forma diferente y son más propensos a buscar información en periódicos, servicios sanitarios o financieros mientras que aquellos con peores resultados son más propensos a subir fotos, chatear…No creo que ninguna de estas prácticas esté mal. Pero sí es bueno definir el tiempo que se le dedica a cada una de ellas.
Al igual que un buen bolígrafo no te hace mejor escritor, una tablet sin la utilización correcta puede ser más una distracción que una herramienta para el aprendizaje.