Actualmente, uno de los temas álgidos en el marco de la educación escolar hace referencia a la educación inclusiva. En los últimos años, ha tenido un papel más relevante en las discusiones académicas y gubernamentales, y se ha avanzado en las políticas y lineamientos que cobijan a la población con discapacidad para garantizar el acceso a una educación inclusiva, equitativa y de calidad privilegiando la participación y el aprendizaje.

Colombia, al igual que otros países, ha generado equipos de trabajo colaborativos e interdisciplinarios que apuntan a la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 4: “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos» (Naciones Unidas, 2018). De esto, se han desprendido decretos, lineamientos, políticas y orientaciones que proponen fortalecer la educación en nuestro país buscando garantizar esos cuatro atributos que están en la agenda de educación mundial. 

Sin embargo, en la vida escolar se vislumbra el amplio camino a recorrer para que la práctica diaria permita alcanzar de manera satisfactoria este objetivo. Es por esto que quiero exponer algunos retos importantes que los principales actores educativos en el sector privado tienen, día a día, en el camino de la educación inclusiva, en la categoría de discapacidad. También, cómo las tensiones pueden evidenciar tanto barreras cruciales para el aprendizaje de los niños y niñas, como movilizar prácticas educativas que apoyan de manera exitosa la inclusión. 

Retos en el camino de la Educación inclusiva

La diversidad es una característica innata de la escuela. Por esto, surgen algunas inquietudes cómo: ¿Qué se enseña?, ¿Cómo se aprende?, ¿Cómo se enseña?, ¿Para qué enseñar y aprender determinado concepto/habilidad?, entre muchas más preguntas que la comunidad educativa constantemente está abordando.

Dentro de la diversidad del aula, se encuentra la diversidad a nivel cognitivo y físico con un diagnóstico clínico, que desde el marco legal es llamada discapacidad y que genera un reto importante para los maestros en el diseño de sus clases y el seguimiento al aprendizaje de sus estudiantes. Esto ocurre porque desde la formación profesional como docentes no es común en los pensum universitarios el abordaje de estrategias inclusivas y la comprensión de la gama de estudiantes neuro-divergentes que pueden ser parte de sus salones de clase en cualquier etapa escolar.

Es allí donde está la barrera para el aprendizaje: en la poca orientación que nuestros educadores tienen para acompañar el desarrollo de habilidades y la comprensión conceptual que el estudiante requiere.

Sin embargo, como práctica exitosa, hay instituciones educativas que generan equipos de apoyo interdisciplinarios con profesionales que acompañan la comprensión de los maestros de las características de su grupo en general y los estudiantes neuro-divergentes, y apoyan en la construcción de tareas favorables para el estudiante desde un enfoque DUA (Diseño Universal de Aprendizaje). Así estas tareas son aprovechadas para el aprendizaje en general de la clase.

«Es allí donde está la barrera para el aprendizaje: en la poca orientación que nuestros educadores tienen para acompañar el desarrollo de habilidades y la comprensión conceptual que el estudiante requiere».

Maribel Camacho

Otro reto que conlleva a tensiones entre padres, docentes y estudiantes, está relacionado con las expectativas de aprendizaje de los estudiantes que requieren un PIAR (plan individual de ajustes razonables, principalmente para estudiantes con discapacidad cognitiva o física).

Iniciar con la construcción de un documento PIAR, en algunos casos, no es una tarea fácil cuando no está claro que hay un ritmo de aprendizaje a nivel cognitivo y/o formativo que es diferente al grueso de la población del salón de clase. Lograr esta claridad es vital para que la articulación entre familia, estudiante, equipo terapéutico (si los requiere) y docentes sea sincrónica. Así, hay que comprender que solo el estudiante va marcando la ruta y que, aunque él o ella puedan pertenecer a un diagnóstico específico, dentro de ese mismo grupo cada niño y niña tienen características particulares que sólo se observarán en el reconocimiento pedagógico dentro del aula de clase y sus interacciones. 

Cuando hay una comprensión de las características de los estudiantes y un trabajo mancomunado entre los equipos de apoyo, las familias y el profesorado, los recursos didácticos y físicos son otro factor de tensión en la escuela.

Tener la posibilidad de contar con material especializado y escenarios apropiados para los estudiantes, debe ser parte de un plan presupuestal de las directivas de la institución para garantizar la calidad educativa que se quiere brindar a los niños y niñas. Esto implica, hacer un cambio de paradigma en la infraestructura, el enfoque pedagógico y las dinámicas escolares tradicionales para que el sistema educativo se adapte a las necesidades del estudiantado.

Una práctica exitosa es el apoyo de las directivas a los maestros y equipos de apoyo respecto a capacitaciones, inversión y acompañamiento constante más que seguimiento a las prácticas pedagógicas que ocurren en el aula. 

«Tener la posibilidad de contar con material especializado y escenarios apropiados para los estudiantes, debe ser parte de un plan presupuestal de las directivas de la institución para garantizar la calidad educativa que se quiere brindar a los niños y niñas».

Maribel Camacho

Un último reto que quiero mencionar, es la convivencia escolar entre pares. Dentro de la escuela los estudiantes tienen la oportunidad de construir habilidades sociales a través de las formas de relacionarse y resolver conflictos. Como lo describe el Informe de Seguimiento de la Educación de 2020 sobre Inclusión y Educación (UNESCO, 2020) citando a Slee, 2020:

“La educación inclusiva promueve sociedades inclusivas, en las que las personas pueden convivir y se celebra la diversidad”.

Articulando esta afirmación, particularmente el ambiente escolar del colegio privado dónde trabajo, los estudiantes aprecian la diversidad y desde pequeños están inmersos en la cultura donde cada persona es única y tiene habilidades diferentes que aportan al trabajo en equipo y la vida en comunidad. Son estudiantes que están prestos a ayudar al compañero o compañera en cualquier situación de dificultad, sea a nivel de movilidad, gestión de emociones o a nivel de comprensión de algún concepto en el aula de clase. Dicha cultura es un trabajo diario entre todos los adultos, incluidas las familias y estudiantes que hacen parte de la comunidad educativa, siempre desde la diversidad y no desde la etiqueta de un estudiante por algún diagnóstico particular. 

Finalmente, todos estamos en una transición importante del paradigma educativo, es por esto que una de las maneras más adecuadas es el trabajo en equipo y el apoyo mutuo, no sólo con los actores que intervienen directamente en el colegio, como son los docentes y estudiantes, sino la vinculación de las familias, directivos, los representantes de instituciones de educación superior, los terapeutas externos y los sectores económicos de la región.

Así, la escuela inclusiva trasciende a una sociedad más inclusiva que puede resolver los retos de manera colectiva. En esta medida, este se convierte en el mayor reto en la consecución de mejores prácticas educativas para todos los niños y niñas. 

Sobre la autora

Maribel Camacho es Licenciada en Educación básica con énfasis en Español e Inglés de la Universidad Pedagógica Nacional, con una Maestría en Didáctica del Inglés y Aprendizaje Autodirigido de la Universidad de la Sabana y un Diploma TESOL de la Universidad de Anaheim California.

Se ha desempeñado en cargos docentes y directivos docentes por más de 12 años, desarrollando propuestas de currículos bilingües e internacionales en todos los niveles de la educación primaria y secundaria.


Referencias

  • Naciones Unidas (2018), La Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible: una oportunidad para América Latina y el Caribe (LC/G.2681-P/Rev.3), Santiago.
  • UNESCO. 2020. Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2020: Inclusión y educación: Todos y todas sin excepción. París, UNESCO.