Por Miguel García, colaborador de realinfluencers

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Educar motivando y dando al alumno todas las herramientas posibles para que se desarrolle de forma plena es el objetivo de cualquier profesor, y en los últimos años se trabaja más que nunca por ayudar a niños y adolescentes a desarrollar esa individualidad que les hace únicos. Nos preocupamos más que nunca por hacer de los adultos del futuro personas realizadas y felices, pero ¿es posible que a veces sobrepasemos el límite y estemos dando pie a una generación de personas carentes de sentido del esfuerzo? ¿Cuándo el fracaso escolar es culpa del alumno y cuándo del profesor? Existen cada vez más docentes que constatan un alza del conformismo y, con ello, del fracaso escolar. ¿Qué hacer contra ello?

“¿Qué clase de contrato vas a firmar, si no te enteras de lo que pone en los textos que leemos en clase”

Al hilo de este debate, hace pocas semanas trascendió en prensa el vídeo grabado por un profesor de secundaria andaluz que intentaba dar un toque de atención a los alumnos que suspendieron su último examen. Pablo Poó Gallardo, profesor de Lengua y Literatura, grabó el vídeo dedicado a sus alumnos de ESO, con la intención de hacerles comprender la importancia que tendrán estos años de formación en el resto de sus vidas.

La vida no tiene nada que ver con la burbuja utópica en la que os envolvemos durante toda la ESO”, anuncia el docente andaluz, que trata de transmitir a sus alumnos lo irreal del mundo en el que viven durante sus años de estudiante, lo ilusorio de una vida con recompensas sin esfuerzo, y lo difícil que se lo encontrarán en el futuro de no cambiar esa actitud.

Les lleva un mensaje de fuerza, en el que no abronca ante la incapacidad o la ausencia de talento, sino ante la falta de esfuerzo que, bajo su punto de vista, provoca el fracaso escolar de sus alumnos. Procura sacarlos de esa burbuja hedonista en la que parecen inmersos y les avisa: La vida no es la ESO”.

Conciencia de cara al futuro

Puede que Pablo haya dado con una de las claves del incipiente fracaso escolar de las nuevas generaciones: la falta de conciencia sobre la importancia que sus esfuerzos presentes tendrán en su vida futura. El profesor cita, por ejemplo, varias preguntas de sus alumnos en clase cuestionando la importancia de conocer movimientos literarios de cara a su futuro laboral.

Pablo les contesta:

“No te hace falta el Romanticismo para trabajar en el campo, tampoco para coger rulos, pero sí para saber que, hace doscientos años, unos cuantos tuvieron el valor suficiente para hacerles frente a las normas de una sociedad que creían injusta, con la que no se sentían identificados”

De esta manera, el profesor hace a sus alumnos el mejor de los regalos que, desde su importante posición, puede hacer: intentar hacerles comprender la fuerza y el valor de la educación como vía para salir armados ante la vida, para protegernos ante los retos que nos esperan. “¿Qué clase de contrato vas a firmar, si no te enteras de lo que pone en los textos que leemos en clase”.

Y tú, ¿qué opinas?