Los proyectos digitales en el aula empezaron implementándose hace más de 10 años, primero como experimentos piloto, y, luego, en mayor escala. Sin embargo, todo este proceso ha supuesto un aprendizaje complejo para profesores, colegios y desarrolladores de tecnología, y así se fue formando una hoja de ruta de amplio consenso sobre los principales retos a afrontar y los errores más comunes a evitar. Repasamos los principales.

Los recursos digitales están ya tan presentes en el aula que, en ocasiones, parece que siempre estuvieron ahí. Seguramente los Millenials y la Generación Touch no concebirían ya una clase sin ellos pero, aunque los medios audiovisuales más tradicionales hayan sido una herramienta al servicio de los docentes desde hace más de un siglo, la introducción de la tecnología digital en el aula es muy reciente (recordemos que el iPad solo salió al mercado en 2010).

La integración de la interactividad y la personalización en la educación puso por primera vez en evidencia la necesidad de un trabajo conjunto entre pedagogos y desarrolladores, con naturales desafíos en compaginar paradigmas. Anteriormente, los maestros sí integraban la tecnología disponible en sus aulas adaptándola a sus necesidades momentáneas, pero en casi todas las instancias esa tecnología había sido creada para otros fines, y sus creadores no solían manifestar gran interés en enfocarse en su posible utilización en el aprendizaje.

La tecnología no es más que una herramienta, el talento de enseñar siempre residirá con el maestro

Con la proliferación de la banda ancha y las tabletas a costes más bajos, el potencial de los medios digitales para la educación quedó claro e impulsó una ola de innovación que ningún centro educativo se quiere perder. No obstante, los expertos destacan que hay errores comunes que pueden y deben evitarse:

1. Contar con una infraestructura de hardware poco sólida

Al plantear la implementación de un proyecto digital en un colegio hay que pensar no solo en los recursos (ordenadores, tabletas, routers, etc.) que se van a necesitar en el momento, sino también en el medio y largo plazo. Cientos de dispositivos accediendo a la red simultáneamente obligan a tener una infraestructura sólida. De acuerdo con los ingenieros especializados del sector, la red interna de un colegio debería mantener siempre un margen del 15-20% de inactividad hábil. Es decir, aunque todos los dispositivos autorizados estén accediendo a la vez, deberían en teoría poder conectarse un 20% más sin demasiadas pérdidas de señal para los usuarios.

2. Falta de mantenimiento

Por más sólida que sea la infraestructura creada, es esencial mantenerla diariamente. Los coordinadores TIC de un colegio suelen acumular su puesto técnico con la docencia, pero es importante que una parte significativa de sus horarios laborales sea dedicada al mantenimiento de la red. Los problemas pueden surgir a cualquier momento y es necesaria disponibilidad para lidiar con ellos.

3. No disponer de dispositivos de sustitución

Equipar un colegio con tabletas es una inversión importante y es comprensible que la compra de dispositivos sea coherente con el número de alumnos. Educar a los niños en el sentido de cuidar y cargar los dispositivos es primera regla para evitar problemas técnicos pero, aún así, algo puede pasar. Cuando todo un aula está trabajando con tabletas, que uno o más alumnos se queden sin equipo puede generar problemas. Hay siempre la posibilidad de compartir, pero es buena idea tener algunos dispositivos adicionales para estas situaciones.

4. Ser demasiado dependiente de la tecnología

Con más o menos tecnología en el aula, la clave de toda enseñanza sigue siendo el profesor y las lecciones que prepara. Aunque sea muy frustrante tener toda una lección hecha en el ordenador y por algún motivo no poder acceder a ella, cualquier docente debe estar preparado para esa eventualidad. La tecnología no es más que una herramienta, el talento de enseñar siempre residirá con el maestro.

5. No entender el software que se utiliza

Antes de trabajar con un software o plataforma de enseñanza es esencial conocerlo profundamente, sus fuerzas y sus limitaciones. Hay que saber todo lo que pueden hacer los alumnos con un determinado software. Por razones pedagógicas, de seguridad y de protección de datos, este es un tema en que no pueden pasar sorpresas.

6. Utilizar software que distrae demasiado

Una buena plataforma tiene un equilibrio adecuado entre presentar contenidos de forma llamativa y no ser demasiado estimulante visualmente. Como en cualquier otro entorno, la forma no debe nunca sobreponerse al mensaje. Incluso si hablamos de metodologías de enseñanza que justo se basan en el estímulo visual, como el Flipped Classroom o la gamificación, se debe aplicar esta regla porque aunque los niños utilicen el mismo dispositivo para ocio y trabajo, es muy importante que sepan siempre distinguir lo que es una y otra cosa.

7. No mantener backups del trabajo del docente y de los alumnos

En entornos educativos más modernos todo se maneja digitalmente – clases, deberes, calificaciones, etc. Tener un backup de todo el trabajo realizado en clase es obligatorio ya que por más fiable que sea la tecnología, siempre existe la posibilidad de que ocurra un fallo con pérdida de datos. La única forma de evitarlo es mantener un backup y actualizarlo con frecuencia.

8. Ser impaciente

Implementar un proyecto digital es un proceso que tarda. Hay que tener paciencia, ganas y dedicarle tiempo. Pero, cumpliendo con los consejos de los expertos, luego llega la recompensa.