Por Toni Solano, profesor de Lengua y Literatura y formador en Educación-TIC

Uno de los principales males que aquejan a la educación hoy día es la tendencia a creer que cualquier tiempo pasado fue mejor, o al menos más soportable. Pocas veces caemos en la cuenta de que las magnitudes que comparamos no son equiparables, ni en lo material ni en lo humano. Cuántas veces hemos escuchado, incluso de ínclitos gobernantes, que en otros tiempos había 40 niños en clase y aprendíamos igual; o que antes la autoridad del maestro estaba por encima de cualquier duda.

Viene esto a propósito de una de las premisas ancladas con mayor arraigo en el sistema educativo y que quizá habría que empezar a poner en duda con el mismo empeño. Es la idea de que un único docente es capaz de gestionar el aula con eficacia aplicando las metodologías que se exigen hoy día y atendiendo a las necesidades del alumnado actual. La existencia de dos docentes en el aula es legalmente viable y organizativamente muy factible, sobre todo cuando se da la posibilidad de desdoblar grupos; sin embargo, en pocos centros he visto que haya más de un docente en el aula.

Hay que poner en duda la idea de que un único docente puede atender a las necesidades del alumnado actual

En este artículo intentaré convencer de esa necesidad, a partir de mis propias vivencias de aula. No obstante, antes de comenzar, debería matizar que cuando hago referencia a esta metodología lo hago partiendo de mi experiencia en los primeros cursos de ESO. Creo que es válida también para Primaria y se podría ir eliminando a partir de 3º de ESO, donde el alumnado desarrolla una mayor autonomía. También quiero aclarar que me refiero a dos docentes que no necesariamente habrían de ser de la misma especialidad y nivel; incluso en determinados contextos podría ser interesante que fuesen de niveles distintos (Secundaria y Pedagogía Terapéutica) o personal no docente: asistente social, educador…


Docencia Compartida: ¿Por qué son necesarios dos docentes en el aula?

Revisemos lo que pide el currículo. Según la Orden ECD 65/2015, publicada en el BOE de 29 enero, la metodología docente debería contemplar:

  • Un nuevo papel del alumno más activo y autónomo.
  • Generar curiosidad y motivar al alumnado.
  • Promover el aprendizaje dentro y fuera del aula.
  • Aplicar en el aula metodologías activas y contextualizadas
  • Implementación de estructuras cooperativas en las tareas de aula.
  • Trabajo por proyectos
  • Desarrollo de portafolios
  • Integración de las TIC
  • Coordinación entre docentes

Revisemos ahora lo que es habitual en un aula:

  • Un único docente a cargo de todo el grupo o de un desdoble.
  • Grupos heterogéneos con niveles académicos muy dispares.
  • Grupos de entre 28 y 35 alumnos por aula.
  • Atención a la diversidad de carácter inclusivo (Alumnos con N.E.E. en grupo ordinario)
  • Programaciones cerradas antes de conocer al alumnado
  • Ausencia de horas de coordinación de docentes de un nivel dentro del horario.
  • Dificultad de gestionar espacios comunes en los centros.
  • Prohibición de dispositivos móviles en la mayoría de aulas.

Con la universalización de la escolarización hasta los 16 años hemos ganado en diversidad, pero también en complejidad

8 años practicando la docencia compartida

Cualquiera puede ver que es imposible desarrollar las metodologías que exige el currículo si hemos de atender a tanta diversidad. El docente es incapaz de supervisar tareas, coordinar proyectos, gestionar trabajo en grupo, adaptar contenidos, motivar para el aprendizaje y resolver dudas si no cuenta con una ayuda extra. Nuestro escéptico personaje del principio diría que antes se hacía.

En épocas pasadas, el papel del docente era el de transmisor de contenidos y, por desgracia, la Escuela dejaba atrás a quienes no se adaptaban a ese modelo pedagógico. Con la universalización de la escolarización hasta los 16 años hemos ganado en diversidad, pero también en complejidad. Por ello creo que es el momento de replantearse ese modelo de profesor solitario en el aula.

Nuestras clases en los grupos compartidos permiten convertir el aula en un gran taller polifuncional que se adapta en todo momento a los requerimientos reales del alumnado

En mi caso, llevo desde el año 2008 poniendo en práctica la docencia compartida junto a una compañera de mi departamento de Lengua, Elena Cervero. Los dos docentes impartimos clase de manera conjunta, sin desdoblar el grupo y sin segregar alumnos con dificultades. Aplicamos este método en los grupos de 2º de ESO, donde hay varias posibilidades de atención a la diversidad: desdoble (dividir el grupo en dos mitades similares y homogéneas), grupos flexibles (segregar al alumnado con mayor dificultad en un grupo reducido) y docencia compartida.

Optamos por la docencia compartida por un lado porque nuestro centro tiene grupos muy complejos con alto índice de fracaso y pensamos que las dos primeras opciones no satisfacían las necesidades reales del alumnado, y por otro, porque con la docencia compartida podemos articular una metodología más eficaz y versátil en todo momento, en correspondencia con lo que exige el BOE mencionado arriba.

En ese sentido, nuestras clases en los grupos compartidos permiten convertir el aula en un gran taller polifuncional que se adapta en todo momento a los requerimientos reales del alumnado. Por ejemplo, mientras en este grupo realizamos proyectos con las TIC o desarrollo de exposiciones orales, en el grupo que no cuenta con docencia compartida estas tareas siempre se quedan sin completar por la dificultad a la hora de trabajar en grupo o a ritmos de trabajo distintos.


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Toni Solano es profesor de Lengua y Literatura y Coordinador del Prácticum de Secundaria en el IES Bovalar de Castellón de la Plana. Imparte cursos de formación del profesorado y ha sido profesor de Didáctica de la Lengua en la Universitat Jaume I. Es conocido también por su blog Re(paso) de lengua (http://www.repasodelengua.com/) y por su participación y creación de proyectos colaborativos: “Callejeros Literarios”, “Homenaje a Miguel Hernández”, “Un paseo con Antonio Machado”, “Piénsame el amor y te comeré el corazón”, “El Quijote sincopado” o «El barco del exilio». Ha recibido el sello Buenas Prácticas 2.0, Leer.es y el premio Espiral Edublogs. Recientemente ha participado como tutor en los cursos en red del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y Formación del Profesorado (INTEF) y como curador de contenidos en el MOOC de Aprendizaje Basado en Proyectos.


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