Por Manuel Marques, Editor en Blink EdTech

Encontrar un buen empleo después de terminar la carrera es uno de los temas que más preocupa a los estudiantes de hoy día. Completar los estudios en una buena universidad, obtener buenas notas y lograr impresionar en una entrevista suelen ser las estrategias más comunes de cualquier recién licenciado para buscar trabajo, pero las cosas parecen estar cambiando. Esta, por lo menos, fue la conclusión de un estudio conducido por la World Innovation Summit for Education que recopiló respuestas de más de 1.500 expertos mundiales en educación.

«Tres cuartas partes de los encuestados afirman no estar satisfechos con la forma en la que las universidades en sus respectivos países están preparando los alumnos para el mundo laboral«, se puede leer en el informe del estudio. «62% menciona una insuficiencia en trabajo académico/prácticas que preparen los alumnos para empleos reales, y 52% resalta la falta de aprendizaje basada en proyectos (la aplicación de ejercicios académicos a problemas cotidianos».

Hay consenso entre los más de 1.500 expertos en educación encuestados este año por WISE: un buen desempeño académico ya no garantiza a los alumnos un buen puesto de trabajo.

La inadecuación de muchos planes de estudios a las realidad del mundo profesional es, asimismo, un tema discutido ampliamente entre profesores y expertos en educación. Justo por ese motivo, los empleadores en general suelen ahora mirar con mucha más atención las competencias no académicas de un candidato, valorando cada día menos las calificaciones obtenidas en clase.

«Cuando las empresas fichan a alguien salido directamente de la universidad, sus resultados académicos no son lo más importante», comentaba a The Atlantic Peter Capelli, profesor de la universidad de Wharton, en un artículo redactado por Derek Thompson publicado el año pasado.

Fuente: Chronicle of Higher Education

La principal razón que explica este cambio de enfoque por parte de las empresas está relacionado con la creciente inflación de calificaciones practicada por muchas universidades, especialmente las privadas donde los alumnos suelen pagar matrículas elevadas.

La inflación de calificaciones y las trampas de los alumnos en evaluaciones representan un fenómeno transversal en la actual enseñanza superior, y los responsables de RRHH están atentos.

En un artículo publicado a finales de 2013 en The Harvard Crimson, el periódico oficial de la Universidad de Harvard en EEUU, el decano Jay M. Harris admitía que la nota media de todo el alumnado de la universidad era «A-» (equivalente a un 9 en el sistema español) y el «A» (10) la más común. Es relevante apuntar que esta admisión se produjo apenas unos meses después de que cientos de alumnos de la reputada universidad estadounidense – que suele estar, año tras año, ente los primeros centros de los rankings internacionales de calidad educativa – hayan sido sancionados por hacer trampa en sus exámenes.

Ya este año, unos 8.000 alumnos chinos han sido expulsados de universidades de EEUU, 80% de los cuáles por trampas en evaluaciones. El fenómeno, no obstante, no se limita a uno o otro grupo específico de alumnos, una universidad o un país. Es algo transversal y los responsables por el reclutamiento en las empresas están atentos a ello.

Paradójicamente, las notas siguen teniendo importancia a la hora de ser elegido para los mejores programas de prácticas. En otras palabras, un empleador, aunque no valore demasiado el desempeño académico de un candidato, termina haciéndolo indirectamente al valorar la experiencia de prácticas.

Asimismo, también las distintas industrias miran el problema de diferente forma. Empresas de medios y comunicación son las que menos valoran las calificaciones; las financieras y de sanidad, las que más importancia les atribuyen. Pero, se mire por donde se mire, son las prácticas las que al final acaban por determinar el destino de un candidato.

Fuente: Chronicle of Higher Education

De hecho, un otro estudio realizado por los profesores de economía John Nunley y Adam Pugh de la Universidad de Wisconsin-La Crosse, Nicholas Romero de la Universidad de Pennsylvania y Richard Seals de la Universidad de Alabama, demostró tras crear 9.400 CV ficticios y enviarlos a 2.000 ofertas de empleo reales, que los «candidatos» con experiencia relevante de prácticas tenían un 14% más de éxito en conseguir respuesta y una entrevista que los demás.

Heather Huhman, experta en marketing y gestión de carreras, aconseja a todos los alumnos aprovechar al máximo las vacaciones de verano para acumular experiencia laboral mismo que sea en prácticas no remuneradas.

Son cinco las razones que apunta para justificar el esfuerzo: comprobar en una candidatura la capacidad de lidiar con un entorno laboral real, demostrar ética de trabajo, dar muestras de dedicación a un tema específico, solidificar competencias y enseñar a los eventuales empleadores todo lo que un diploma no puede enseñar.

«[Para un alumno], tanto si se encuentra a punto de graduarse como concluyendo su primer curso de universidad, está en el momento justo para adquirir experiencia de prácticas«, escribe en su página web. «Los empleadores quieren ver que hacen el esfuerzo para diferenciarse de los demás candidatos y tener un interés genuino en su carrera. Cuando ven varias prácticas en un currículo, esos empleadores tendrán seguramente más ganas de conocer [a los candidatos]».

En un mundo de creciente competencia por cada vez más escasos puestos de trabajo, todo lo que pueda ayudar a un candidato a llamar la atención de las empresas y sus responsables de RRHH puede hacer la diferencia entre lograr o no un trabajo.

 

Foto: John Walker (CC)

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